Armonía de las esferas by Joscelyn Godwin

Armonía de las esferas by Joscelyn Godwin

autor:Joscelyn Godwin [Godwin, Joscelyn]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia, Filosofía, Música
editor: ePubLibre
publicado: 1992-01-01T00:00:00+00:00


58. El monocordio del Hombre, de Robert Fludd, Tomus Secundus De Supernaturali Microcosmi Historia, 1619. [J. Godwin, Robert Fludd, Thames & Hudson, Londres 1979.]

El paso del Sol a través del día y la noche tiene aquí un paralelismo con el ser humano, con su constitución armónica de cuerpo y alma.

Vemos aquí a todo el ser humano representado en su imagen completa, en cuya mitad y a lo largo de cuya extensión hemos trazado una línea recta que representa el diámetro del microcosmos. Además, el radio de esta cuerda AC mide los tonos y semitonos del monocordio, y da lugar a proporciones musicales semejantes a las producidas en la música del mundo. Así, en su lado izquierdo hemos explicado la música apropiada para el microcosmos, mientras que en el lado derecho hemos delineado suficientemente el aspecto armonioso del alma descendiendo del cielo a la tierra y su regreso ascendente desde la tierra, o cuerpo, al cielo, o espíritu. A la izquierda, por lo tanto, hemos demostrado que la proporción entre intelecto y vida es una proporción dupla en el monocordio, que contiene la octava espiritual. Igualmente hemos mostrado que el intervalo que en el monocordio se extiende desde la esfera del corazón (o Sol) a la Tierra (o genitales) hace sonar en la misma proporción una octava corporal, que une la vida con el sentido o naturaleza carnal que habita en el vientre inferior. De la misma manera, por tanto, que la cuerda del monocordio musical, pisada en su punto medio, hace sonar una octava por encima y otra por debajo, así el corazón, situado en medio del radio humano (de forma no diferente al Sol en medio del mundo), se relaciona por una consonancia de octava con las cosas inferiores, es decir, con la naturaleza de la región inferior, y por otra con el cielo supremo del microcosmos en el que dominan la mente, el intelecto y la razón.

En el lado derecho del microcosmos hemos puesto una octava entre el intelecto y la imaginación, una cuarta entre el intelecto y la razón, y una quinta entre la razón y la imaginación; estas dos últimas unidas producen la octava espiritual e invisible. De manera similar, de la esfera del corazón hacia abajo encontramos la misma proporción entre la imaginación y el cuerpo (o centro de la Tierra), puesto que la distancia atravesada desde la imaginación al sentido corresponde a una cuarta, y la que está entre el sentido y la carne o cuerpo a una quinta; juntas dan lugar a la octava corpórea y, por decirlo así, visible. El primer hálito de vida da movimiento a todas ellas, hálito insuflado directamente por Dios en el rostro del hombre. Su segundo movimiento voluntario, como un Primum Mobile microcósmico, pone a las facultades de las regiones inferiores en un movimiento involuntario. Vemos así que la actividad animada contenida en la región superior es voluntaria, mientras que se dice que las otras actividades comunes a las regiones inferiores, a saber, la vital y la natural, son involuntarias.



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